Sala de Rocas y Minerales
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Se protege y conserva mejor la biodiversidad cuando se ama y se conoce
La ciencia y el arte se conjugan de manera magistral en las exhibiciones de esta sala, la que hace honor con su nombre al destacado naturalista y biólogo Prof. Julio Cicero. Los tradicionales dioramas con los que el Museo abrió sus puertas al público en 1982 han sido remozados y enriquecidos para satisfacción de nuestros visitantes mayores, quienes disfrutan con sus hijos recordando las imborrables impresiones que les provocaron en su propia niñez estas magníficas exhibiciones.
La costa rocosa, el arrecife de coral, el pinar, el bosque húmedo, el bosque seco, el Lago Enriquillo, la laguna, el manglar y la cueva son los ecosistemas representados. Su fauna, su flora, características fisiográficas y los aportes ecosistémicos se destacan para cada caso. Se aborda con informaciones claras la importancia de los sitios tomados como modelos para las representaciones en su condición de componentes del Sistema Nacional de Áreas Protegidas.
Todos los seres vivos que habitan la Tierra y los factores abióticos de su entorno están relacionados, toda la Tierra pudiera considerarse como un sistema con funciones autorreguladoras. Las especies se distribuyen en el planeta atendiendo a gradientes de factores como la radiación y el agua, así como por razones históricas; de esto trata nuestra Sala de la Biogeografía.
¡Impresionante!, ¡sorprendente!.. son expresiones frecuentes en nuestros visitantes cuando llegan al cuarto nivel del edificio y se encuentran con el gigantesco Oso Grizzly de las zonas templadas de Norteamérica y Eurasia, el Oso Negro de Norteamérica, el Perezoso de Tres Dedos de América del Sur y Central, el León Africano, el Pingüino del Hemisferio Sur, el Leopardo Africano, el Búfalo Asiático y otros magníficos ejemplares conservados en taxidermia de manera muy realista. La foto del visitante junto al Oso Grizzly se ha convertido en uno de sus recuerdos más preciados de la visita al Museo.
Nostalgia y tristeza en los mayores, curiosidad y sorpresa en niños y jóvenes: este es el encuentro de sentimientos que se produce en nuestros visitantes frente a la exhibición del legendario chimpancé conocido como Buche.
¡Buche...Buche..! Los gritos y risas frente al chimpancé enjaulado en el antiguo Parque Zoológico de la ciudad de Santo Domingo aún permanecen en la memoria de las personas mayores de 40 años, quienes se sorprenden y hasta lloran cuando se ven de frente a esta exhibición. Recuerdan aquellos agradables momentos de su infancia y adolescencia, al tiempo que reconocen en retrospectiva la mala práctica de mantener enjaulado a un animal silvestre. El Museo rescató el cadáver abandonado de Buche y preparó su piel para conservarlo en el tiempo, aprovechando para dar el mensaje positivo en contra del cautiverio de especies. De una manera maravillosa, la exhibición de Buche también atrae fuertemente a los niños y adolescentes que nos visitan, quienes sorprendidos preguntan sobre la historia del recordado chimpancé.