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NOVITATES CARIBAEA

, No. 10, 2016

el género

Lucifuga

que fue nombrada con una categoría taxonómica infraespecífica, por lo que

no se le reconoce como válido. Sin embargo, datos actuales obtenidos mediante el análisis de

caracteres, moleculares y morfológicos, número de radios en la aleta caudal, presencia de ojos

desarrollados y ausencia de dientes en los huesos palatinos, entre otras características, claramente

indican que se trata de un linaje muy divergente con respecto a la subespecie

L. dentata dentata

(Díaz-Pérez, Nieto y Abio, 1987). Constituye una especie longeva, con un promedio de vida

de 80 años aproximadamente y una baja natalidad. Estas características la convierten en una

especie muy vulnerable (García

et al.,

2011).

Vulnerabilidad acentuada, debido al deterioro del hábitat por la actividad agrícola y pastoril

como una práctica común (González et al., 2008)

, el vertimiento de sustancias contaminantes

al cuerpo de agua y las constantes modificaciones al ecosistema

.

Estos mismos factores de

amenazas, entre otros tales como alteraciones de la vegetación circundante para facilitar el

acceso al espejo de agua, y el impacto del uso frecuente y continuo del cuerpo de agua con fines

extractivos o de recreo fueron señalados por García et al. (2011). Entre las especies endémicas

mejor distribuidas por su presencia se encuentran

G. punctata

(Poey, 1854) y

N. tetracanthus

(Valenciennes, 1831; Tabla II); ambas especies adaptadas a las condiciones ambientales de la

región norte oriental de Holguín, coincidiendo con las referidas por Ponce de León y Rodríguez

(2010a).

Limia vittata

(Guichenot, 1853)

.

Especie endémica presente en ocho localidades del municipio

de Gibara.

Esta especie se encuentra ampliamente distribuida por toda Cuba incluso en la Isla

de Juventud. Su dieta principal se compone de detrito e invertebrados, prefiere zonas bajas con

fondo fangoso y abundante vegetación y es tolerante a la salinidad (Ponce de León, 2011a).

Es un importante controlador biológico natural al consumir grandes cantidades de mosquitos y

larvas, (Rivero, 1951; García y Koldenkova, 1990).

Especies exóticas.

La localidad con menor número de especies introducidas fue Caletones

debido a su difícil acceso, por el hecho de que carece de red fluvial superficial, sin embargo es

notable en el sistema espeleolacustre, un importante flujo subterráneo de agua dulce y su mezcla

con el agua de mar, encontrándose alta variabilidad salina espacio temporal, siendo

P. reticulata

(Peters, 1859), una especie capaz de tolerar altas concentraciones de salinidad e introducida

como agente biológico controlador de mosquitos (Ponce de León y Rodríguez, 2012). Esta

especie a su vez, se convierte en un competidor muy fuerte por el alimento con respecto a las

especies autóctonas del lugar, por lo que pudiera constituir un problema para la conservación de

los ecosistemas, desplazando a especies nativas tolerantes a la salinidad, tales como

Gambusia

punctata

(Ponce de León y Rodríguez, 2010a).

En Cuba, con excepción de algunas especies como

A. rostrata

(Lesueur, 1817),

N. ramsdeni

(Fowler, 1938) y

N. tetracanthus

(Valenciennes, 1831), no existen peces fluviales nativos de uso

comercial para la alimentación humana, esto ha inducido la introducción en la isla de especies

exóticas continentales con este fin. Muchas de estas especies están actualmente establecidas en

aguas cubanas, entre ellas se encuentran la tilapia

Oreochromis aureus

(Steindachner, 1864) y

O. mossambicus

(Peters, 1852), de origen africano, estas han sido introducidas en diferentes

partes del mundo, principalmente en el trópico (Lovshin y Popma, 1995). Se han introducido

para su cultivo en embalses, sin embargo en muchos lugares han escapado de los centros de

acuicultura y cultivos familiares, prosperando en ríos, presas y otros acuatorios, donde compiten

por los recursos con muchas especies autóctonas dada su resistencia, voracidad y elevada tasa

de crecimiento (Rodríguez

et al.

, 1993).